Estas fotos son del principio de los 80, cuando se notaba en Europa la crisis económica que nos vino encima después de la subidas enormes y repentinas de los precios del petróleo en la segunda parte de los 70. Afectó al mercado de los bordados lagarteranos, pero como había menos oportunidades en las ciudades, frenó la emigración que vaciaba el pueblo en la primera mitad de los 70 . Los pueblos suelen ser refugios en los tiempos malos. Casi todas las mujeres en Lagartera seguían ‘cosiendo’, o sea bordaban. Ganaban poco, pero era mejor que nada. 

Durante el invierno se cosía en el solano, por el frío. Al subir la temperatura, era más agradable coser fuera. Podías coser en la casapuerta (una entrada cubierta entre la calle y el patio), donde había sombra cuando hacía calor, en el patio, o en la calle. La casapuerta y el patio eran más públicos que el solano, porque normalmente las puertas de la casapuerta estaban abiertas, y cabía más gente que en un solano, pero los patios eran más privados que la calle, donde había más espacio aun, y cualquier vecina podía apuntarse a un grupo de mujeres cosiendo.

Empecé cosiendo en el patio de mi profe de lagarterano, Magdalena. También cosían con nosotras las vecinas, como Sara. ¡Qué guapa!

Y también nos acompañaba la vecina Olvido, y por supuesto, Dyc, el perro de Magdalena. Coser acompañada era más agradable que coser solita.

De vez en cuando teníamos visita. Aquí, Olvido y su madre y su abuela, con el hijo pequeño de María Teresa, hija de tía Petra, tía de Magdalena.

Y aquí se ve también el papa del bebe.

Tía Petra vivía al lado de Magdalena, y solía coser en su casapuerta. Aquí está con tía María, tía Leoncia, tía Amalia (al fondo) y María Teresa, su hija.

Y cuando estaba tía Filo (la madre de Magdalena), ella rezaba el rosario. Tía Filo ya no podía coser, estaba ciega, pero podía participar en el grupo así (liderando, con las demás mujeres dando las respuestas).

Tío Emilio tenía su asiento de piedra, junto a las mujeres, y comentaba lo que pasaba en la calle.

Tía María a veces cosía prendas para el traje, aquí un zapato.

Aquí, tía Leoncia hacía calcetas con cinco agujas.

Yo también cosía con Amada, quien se ve aquí en su casapuerta.

Y muchas veces, cosíamos en el patio de su vecina, Pilar, porque su patio era más grande. Aquí se ve las vecinas, la madre de Pilar, tía Rita, y su marido, Pedro, descansando.

Y, desde cerca, María Antonia, Irene, la tía de Amada, su madre, Catalina, y Pilar al fondo.

Aquí se ve a Amada haciendo trabajo fino, con su tía Irene. También se ve parte de la pila de piedra del patio de Pilar.

En primer plano, Pilar. Se nota el buen humor que ella compartía con los demás.

Tía Rita, la madre de Pilar.

Tía Petra la Morgaña era vecina de Amada. Le hacía gracia mi sombrero. ‘Morgaña/o’ es un apodo. En los pueblos, los apodos nos ayudan a identificar una persona cuando muchas personas comparten los mismos nombres.

De vez en cuando, iba a ver a Trini, a quien conocí porque fuimos andando a San Pedro de noche en un peregrinaje a Arenas de San Pedro, en que participó gente de los pueblos vecinos, no sólo Lagartera. Muchas de las mujeres llevaban zapatillas de estar en casa, por ser cómodas. Trini y yo compartimos una cama al llegar a San Pedro, y al meterse, exclamó ¡Qué a gustito! Trini me hacía reír mucho con los chistes que contaba.

Si una mujer llevaba rulos, era un sábado, el día que nos lavamos el pelo, y las solteras salíamos. Como la mayoría de las mujeres cosían durante la semana, casi todos los hombres y las mujeres llevamos vidas separadas, la mujer ‘en casa’ (o cerca) cosiendo, y los hombres en el campo, la construcción u otros oficios. El fin de semana, hablamos con los hombres, las solteras en la discoteca, y las solteras y las casadas en los bares después de misa ‘tomando el vermut’ los domingos.

Aquí, Sor Francisca y Sor Carmen, con tía Eugenia, la madre de Trini. Tía Eugenia me había preguntado cómo era Dios en mi país, algo complicado de explicar. ‘En mi país’ hay más de una religión, dentro del cristianismo hay iglesias protestantes y también católicos, hay mucha gente agnóstica, y no solemos hablar tanto de la religión como se hacía en Lagartera. Así le dije que, en mi país, Dios era una mujer. Cómo por intervención divina, justo en aquel momento, llegaron las monjas, y tía Eugenia les explicó lo que yo le había dicho. Me miró Sor Francisca, y luego explicó a tía Eugenia que Dios no era ni hombre, ni mujer, no tenía sexo. Al irse las monjas, comentó tía Eugenia que, como Dios el Padre es hombre, y Dios el hijo también, lo que había en mi país era Dios el Espíritu Santo.

Aquí, tía Eugenia con su nieta, Ana, hija de Trini, y una vecina pequeña, Elena. En la segunda foto, está Elena sola, mirando un aparato de mimbre que se usaba para enseñar a los pequeños a caminar.

Al bajar a la casa donde vivía, saludaba a Paula (a la izquierda en la primera foto), con sus vecinas. La que tiene el pañuelo es Gloria, la sentada es Teresa, y la que se ve al fondo es Pura, la madre de estas dos últimas. Y en la segunda foto, una señora de visita.  

Y saludaba a Conso.

Las que vendían manteles, además de coser, sabían presentar una imagen pintoresca.

Aquí, a la derecha, tía Mónica, una de las empresarias pioneras, con su vecina, tía Segunda, la suegra de Ernesto, hermano de Trini.

Fue un mundo ya desaparecido, que sorprendería a algunas jóvenes lagarteranas de hoy. Ellas estudian, muchas emigran, tienen más oportunidades y más libertad que antes. A pesar de las restricciones, la forma de vida de antes tenía sus ventajas. Había más espacio para los niños y los ancianos, y se hablaba más con las vecinas. Y el patio era un refugio, con sus plantas, la parra y las paredes altas que nos protegían del calor del verano. También era una habitación que podrías abrir para compartir las horas de trabajo y de descanso con las vecinas.

 Alison Lever, Lagartera, abril 2022

Gracias a Amada Lozano y Ana Pascual, por ayudarme identificar las personas en las fotos, y corregirme errores, a Will Guy por compartir sus conocimientos como fotógrafo, y a Jackie West, Mick Lineton y Margaret Kenna por ayudarme situar el estudio de Lagartera* en un entorno académico.

*Lever, A. 1984 Agriculture, Handicrafts and Migration in Rural Spain Ph D dissertation, University of Bristol