Nací en el año 1931.  Mi familia tenía tres hijos. Mi padre trabajaba al principio como empleado en una gasolinera en Arenas de San Pedro, y luego la llevó en alquiler. Tuvo que dejar la gasolinera al principio de la guerra, porque no le pagaban por la gasolina. Así que a principios de 1937 nos volvimos a Lagartera, donde trabajaba de mulero, aguadañando y sembrando, pero siempre eventual. 

Lo que comíamos

Garbanzos. Mi madre cocía un poco de col y en la sartén echaba un ajo, refreía el ajo, refreía la col y echábamos un poquito de vinagre y lo echábamos encima de los garbanzos. Pero todos en un plato, porque éramos cinco. Luego comprábamos un trocito de cordero, pero no muy grande, un cachito de morcilla, un trocito de tocino y si habíamos hecho matanza, a lo mejor teníamos bondejo abierto, costillas entelenadas y si no el cordero; y si no había cordero, gallina o huesos o rabo o los pestorejos.

Del cerdo se come todo, desde el hocico hasta el rabo. El ‘bondejo’ es estomago relleno de chorizo u otro tipo de carne.

Los lomos se echaban en el adobo, se hacia el adobo, se machaban ajos, muchos ajos, un montón de pimiento, un puñao de sal y un puñao de orégano, se echaba un poquito de agua y se batía, se batía en la artesa. Y luego ya echabas todo lo que fuera, si tenías moragas, los solomillos, muchas veces mi madre los dejaba para cenas.

Sopas de ajo, mi padre freía los torreznos y luego nos comíamos las sopas, cuando no teníamos ganas de torreznos. De comida, los garbanzos o judías blancas. Arroz y patatas con el bacalao era más para cenar. En verano desayunábamos sopas de tomate y melón; a mediodía tomábamos sandía después del gazpacho. Luego ya mucho más alante se sacó la leche, desayunábamos leche y cenábamos sopas. Migas se hacían muchas, se tomaban para desayunar. Nos comíamos una uva en aguardiente, cuando terminábamos las migas.

En Navidad había mucho cabrito. Se ponían patatas con cabrito, pero según qué casas.

Los zapatos y la ropa

Zapatos, pues muy poco, pa nuevos, medias a la rodilla, nos ponían refajo, en vez del viso, refajo de punto para no tener frio, con cuerpo y sin mangas y un guardapiés. Las bragas eran todas de tela, porque entonces nos las hacían las madres. Los visos, pues de tela, que compraban las madres la tela y así todo. Zapatos de diario no había. Los zapatos con el tacón de madera.

Casas lagarteranas. Ingar (Madrid) 1/1935 no 13, p 416

Higiene personal

Para lavarse, en la puerta del portal había un pasadizo para subir a la troje, en un rincón había un palanganero y un jarro con agua y de ahí echábamos el agua a la palangana y ahí nos lavábamos todos, a la puerta del portal. Luego ya, si era más invierno, los muchachos se lavaban en la cocina, se ponía un balde de agua caliente grande y ya nos lavaban en la cocina, con jabón de olor siempre, eh? Toallas no había, nos secábamos con un cachito de colcha vieja. Hasta que tuvimos toallas pasó tiempo.

La Troje, 1933, Amadeo Roca Gisbert

Water no había. Se hacía en la cuadra. Cuando estabas cagando las gallinas te picaban el culo. 

El colegio y el trabajo

A la escuela íbamos muy poco. Se iba una maestra, venía otra. Y teníamos que llevar el almuerzo, teníamos que llevar la merienda. A la escuela fuimos muy poco. Con doña Ramona. Íbamos M. Teodora ‘la churra’, Julia ‘la campana’, que están aquí, Isabel ‘la bruna’. Luego se fue doña Ramona y yo no volví. Porque se cambiaba mucho de maestra y y no volví.

La iglesia visto desde la Calle Licenciado José Muñoz. Foto: Francisco Andrada Escribano (1874-1977), en Oasis (Madrid) 11/1934, no 1, p36

Nos meábamos al lado de la iglesia, enfrente del colegio. Salíamos al recreo y meábamos y cagábamos al lado de una escalera de entrada al patio de la iglesia. La llamábamos ‘La puerta de los trullos’. Por eso cuando jugábamos, cantábamos “¿Hay pájaros en el nido?, Pájaros hay. ¿Por qué puerta, por la trulla o por la jamona?”

Aprendí a leer y escribir. Y a cantar “treinta días trae noviembre, con abril, junio y septiembre, veintiocho solo uno y los demás treinta y uno” ” siete dias tiene la semana, treinta tiene el mes”. Todo eso era cantado. Los puntos cardinales, también cantados. Todos los niños lo cantábamos.

Hicieron unas comedias las muchachas de la escuela y entonces era doña Ramona la maestra, y las niñas de la escuela, a Gloria, mi cuñada, la vistieron de señorita, la quitaron los guardapieses. Los que estaban ahí mandando… se fanfurrió lo que fuera. Las cosas de Falange, las cosas de los otros, eran tan diferentes y todos querían mandar, como toda la vida.

En la escuela nos sentaban en los bancos alrededor de los grandes, que se sentaban en los pupitres y allí rezábamos el rosario y cantábamos. Teníamos que cantar el “Cara al sol” cuando entrábamos a la escuela. Los sábados también había escuela. Todos los jueves se rezaba el rosario; y se iba a las preguntas y a la catequesis y a los misereres. Hacíamos la camisa del niño Jesús para el nacimiento. Hacía una lista el señor cura, don Pablo, pues tú vas a hacer obedecer a tu madre, el pañuelo de limpiar los mocos al niño, tú vas a hacer un pañal, pues tu vas a hacer la canastilla del niño Jesús, que no reguñas cuando te levantes.

Foto de Francesc Folguera Grassi, 1927

Cuando llegábamos de la escuela teníamos que repulgar todos los dias una servilleta, que íbamos a la farmacia a por ellas. Pero yo a trabajar no fui a ningún sitio, nada más que en casa, lo que hacíamos en casa, los oficios y coser. El trabajo era en casa. Las personas más inferiores las daban a servir por una peseta al mes, las daban de comer y una peseta al mes. La gente más pudiente tenían niñeras, tenían criadas, tenían de todo. Yo me quedé en casa.

En los barrios que vivíamos, salían las mujeres con los biernos para reñirnos, la Cana salía a por nosotros. Vivíamos donde vive Julián Trompique, en esa otra casa donde vivía Gloria, ahí vivíamos nosotros, cuando nos vinimos de Arenas. Luego en La Cruz y de ahí nos fuimos a la Corralá. Pero ya te digo: no podías hacer nada, te ibas a la escuela y no era más que han matado a fulano, que han matado a zutano… y todos los muchachos sentados alrededor de los grandes, los que daban la primera cartilla, los que daban la tercera.

La Corredera (1929) y Camino del Calvario (1933), Amadeo Roca Gisbert

Tiempos difíciles

Mi padre trabajaba, éramos tres hijos, se pasaba mal, pero bueno, así se iba pasando. Íbamos a las seis a coger vez, te daban el pan a las diez de la mañana. No había azúcar, no había café, no había arroz. En la “ramá” de tio Sabino, ahí tenían los militares vacas y las ordeñaban y nosotros íbamos con un cesto de huevos y nos daban arroz. Porque los militares no tenían huevos y nosotros teníamos huevos y ellos nos daban el arroz. Nos daban café también, o lo que ellos tuvieran.

Los años de la guerra engordaban las mulas con el pan, el pan que estropeaban los militares, que iban a recogerlo. Al principio de la guerra todo era abundancia porque se llevaban todo de las casas. Luego ya vino el hambre del pan y ya no había pan para burros ni para personas. Los hombres no trabajaban, estaban los campos desiertos.

A Emilio Rubio, el alcalde en el 1936, le quisieron mucho. Salvó muchas vidas de gente. Y el sacerdote porque no se quiso ir. Las guerras, es una guerra pa todos, no es nada bien para nada, para nadie, ni el que roba ni al que le roban. Se pasó muy mal toda la gente. Toda la gente sin comer, toda la gente sin nada. Se rompían los colchones para hacer vestidos a las muchachas, todos los tapetes de los arcas. La gente tenía vestidos de tapetes. El pueblo tardó mucho tiempo en recuperarse. 

Pilar por el año 1980, trabajando ‘en casa’ 

Pilar Iglesias Alía, Lagartera, Toledo, 12 de enero del 2024

Otra versión de ‘¿Hay pájaros en el nido?’

Biblioteca Virtual de Andalucía > Hay pájaros en el nido (bibliotecavirtualdeandalucia.es)

Dos artículos interesantes:

Las casas lagarteranas: Hemeroteca Digital. Biblioteca Nacional de España (bne.es)

El traje: Hemeroteca Digital. Biblioteca Nacional de España (bne.es)