Me llamo Carlos Gorrindo Lasheras y nací en Novallas (Zaragoza). Así soy ‘forastero’, pero me casé con una lagarterana, y gracias a ella, he conocido al pueblo.

Puede ser que las más de noventa exposiciones, catorce individuales y setenta y ocho colectivas, hayan dejado constancia de esa obra todavía inacabada de mi expresión artística. Más de mil quinientos cuadros investigando formas y colores para comunicar mis sentimientos, mis puntos de vista, mis críticas a un tipo de sociedad. Ahí están las obras. Para expresar la vida.

Si alguien es capaz de descubrir un estado de ánimo, una combinación de colores agradable, una sensación de rabia o de serenidad, unos centímetros cuadrados de decoración, me habré dado por satisfecho. Ahí están las obras. Para expresar la vida.

Aquí hablo con mis nietos, y les explico cada cuadro (los números son de mi catálogo y son óleo sobre lienzo, los cuatro cuadros.)

Nº 34.  Plaza de La Fuente (1983)

– ¿A que éste te gusta?

– Sí.

– Pues resulta que muchos de los cuadros que yo he pintado del natural tienen esa frescura de la pincelada suelta, rápida, inacabada… Y todo el mundo me decía que cuándo iba a terminarlos. Este cuadro quise acabarlo más, en la línea de Antonio López, ese pintor hiperrealista de Tomelloso.

– Y te quedó muy bien.

– Sí, pero es cuestión de tiempo, de dedicarle unas horas más. A mi modo de ver no hay creatividad, no hay alma, es pura representación de la realidad. La pintura debe ser imaginación, conversación con el espectador para que éste ponga también algo de su cosecha. En fin…

– Vale

Nº 319.  Plaza de La Fuente (fecha desconocida)

– Esa es la plaza de la fuente.

– Pero es antigua. Ahora no está así.

– El pilón ya no está.

– Tampoco hay hierba porque toda la plaza está asfaltada.

– Y tampoco está ese muro de la izquierda.

– Pues ¿cuántos años hace que hiciste este cuadro?

– No sé; quizás cuarenta.

– ¡Cómo cambia un paisaje en cuarenta años!

– Sin embargo, la torre de la iglesia está igual que hace trescientos años.

– Eso es lo que identifica el lugar.

– Supongo que es óleo.

– Sí, sobre lienzo.

Nº 30.  Lagartera desde el campo (1979)

– Tú sabes que yo soy de Novallas. Nací allí y pronto salí del pueblo para estudiar y trabajar. Eran años en los que en los pueblos no había facilidades para hacer estudios superiores y teníamos que emigrar a ciudades más grandes.

– Pero ese cuadro es Lagartera.

– Efectivamente. Yo conocí a “lala” que también había salido de su pueblo para estudiar. Y su pueblo se llamaba Lagartera. No había oído nunca hablar de él. Hasta que conocí cuadros de Sorolla que estuvo aquí y pintó “Tipos lagarteranos”.

– ¿Dónde se pueden ver los cuadros de Sorolla?

– En Madrid, en el museo de su nombre. Pero volvamos a este cuadro. En vacaciones yo cogía mi caballete y me iba a pintar por las calles. He contado en total unos cincuenta paisajes de Lagartera. Este es uno de los cuadros que conseguí vender. Como lo he publicado en internet un bar ha hecho una reproducción para decorar su local. No me desagrada porque una vez pasado el tiempo los cuadros son de dominio público, para que todos los puedan admirar.

Nº 33.  Toleíllo (1975)

– Este no me gusta, dice Candela.

– ¿Por qué?

– Porque parece que está sin acabar. Sólo se ven pinceladas raras en todos los sentidos. Sí que reconozco la calle. En la pared del fondo pintasteis un mural con varias personas del pueblo.

– Efectivamente. Sin embargo a mí me gusta que con pocos rasgos y aparentemente deshilvanados se aprecie la calle que es. Y los detalles se dejan a la imaginación del espectador.

– Tú sabrás…

Nº 178.  El Pozo Martín (2011)

– Este mural lo conozco.

– Está en Lagartera.

– Yo os vi cuando lo pintasteis.

– Se titula “el pozo Martín”. Queríamos revivir antiguas costumbres ya desaparecidas.

– Iban a lavar la ropa.

– En el centro había un pozo del que sacaban el agua para llenar unas pilas de granito que habían tallado los picapedreros del pueblo. Cada persona tenía una pila de su propiedad. Se ponían de espaldas al pozo para facilitar la recogida de agua. Una vez lavada la ropa la tendían en los matorrales que había alrededor para que se secara.

– Es que antiguamente no había lavadoras.

– Recordando esa actividad yo hice el boceto y nos ayudaron a pintar varias personas del pueblo. Tiene 8 metros de largo por dos y medio de alto.

Nº 144.  El Viejo Molino (2011)

– ¿Os acordáis de los murales que pintamos en el pueblo? Pues éste es el penúltimo que hicimos.

– Está en “Toleíllo”.

– Con la experiencia de los anteriores en éste se preparó la pared con una capa de cemento para que agarrara bien la pintura y no se destruyera con las lluvias.

– Representa un río.

– Es un arroyo que pasa por el barrio donde está el mural. Al lado había un molino que se movía con la fuerza del agua que bajaba por el arroyo.

– Ahora está seco.

– Estamos hablando de hace muchísimos años.

– ¿Lo hicisteis como recuerdo de aquellas tradiciones?

– Efectivamente.

Y aquí una foto muy bonita que demuestra cómo se pintó en equipo.

Carlos Gorrindo, Lagartera, 2021

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